domingo, 11 de mayo de 2008

Los crímenes de la rue Morgue (II)

Desde hace tiempo se conoce el whist por su influencia sobre lo que se denomina el poder de cálculo; y se sabe de hombres del mayor intelecto que obtienen un deleite aparentemente inexplicable en este juego, mientras deshechan el ajedrez como una frivolidad. Sin duda no hay otro juego de naturaleza similar que despierte tanto la facultad de análisis como éste. El mejor ajedrecista de la cristiandad puede ser poco más que el mejor ajedrecista; pero la pericia en el whist implica la capacidad para el éxito en todas esas empresas más importantes en que la mente lucha contra la mente. Cuando digo pericia, me refiero a esa perfección en el juego que incluye una comprensión de todas las fuentes de las que puede derivarse una legítima ventaja. Éstas no solo son muchas, sino multiformes y residen frecuentemente en rincones de pensamiento por lo demás inaccesibles a la comprensión ordinaria. Observar atentamente es recordar con claridad; y hasta este punto el ajedrecista concentrado se desenvolverá muy bien con el whist, puesto que las reglas del Hoyle (basadas en el mero mecanismo del juego)son en general suficientemente comprensibles. Así, tener una buena memoria retentiva y proceder según "el libro" son puntos generalmente considerados como la suma total del buen juego. Pero es en asuntos más allá de los límites de las meras reglas donde la habilidad del analista es puesta en evidencia. En silencio, hace todo un cúmulo de observaciones y deducciones. Lo mismo hacen quizá sus compañeros; y la diferencia en la extensión de la información obtenida reside no tanto en la validez de la deducción como en la calidad de la observación. El conocimiento necesario se refiere a quéobservar. Nuestro jugador no se limita en absoluto; como tampoco, debido a que el objetivo es el juego, rechaza deducciones de cosas externas a él. Examina el semblante de su pareja, comparándolo cuidadosamente con el de cada uno de sus oponentes. Toma en consideración la forma de distribuir las cartas en cada mano; contando a menudo triunfo por triunfo, y tanto por tanto, a través de las miradas dirigidas por cada uno a su juego, recogiendo gran cantidad de datos de las diferencias en la expresión de seguridad, sorpresa, triunfo o pesar. Por el modo de recoger una baza juzga si la persona que la recoge podrá hacer la siguiente. Reconoce la importancia de la carta que se juega por la forma en que es arrojada sobre la mesa. Una palabra casual o inadvertida; una carta que se cae o se da la vuelta accidentalmente, y la ansiedad o descuido conque se intenta evitar que sea vista; la cuenta de las bazas, junto con el orden de su colocación, azaramiento, vacilación, ansiedad o temor, todo ello son indicaciones para su, aparentemente, intuitiva percepción del auténtico estado de las cosas. Una vez jugadas las primeras dos o tres vueltas, se halla en plena posesión del contenido de cada mano, y a partir de entonces deposita sus cartas con una precisión tan absoluta como si el resto de los jugadores tuvieran las suyas vueltas boca arriba.
El poder analítico no debe confundirse con la simple ingeniosidad, porque mientras que el analista es necesariamente ingenioso, el ingenioso es, a menudo, notablemente incapaz de análisis. El poder de construir o combinar, por el que normalmente se manifiesta la ingeniosidad, y al cual los frenólogos (creo que erróneamente) han asignado un órgano separado, considerándolo una facultad primitiva ha sido visto con frecuencia en aquellos cuyo intelecto bordeaba por lo demás la idiotez, hasta el punto de atraer la observación general entre los escritores dedicados a temas morales. Entre la ingeniosidad y la habilidad analítica existe una diferencia, de hecho mucho más grande que entre la fantasía y la imaginación, pero con un carácter muy estrictamente análogo. De hecho, se descubrirá que los ingeniosos son siempre fantasiosos; y que el auténtico imaginativo nunca es otra cosa que analítico.
La narración que sigue se le aparecerá al lector como un comentario que ilumina las proposiciones que acabo de adelantar... (Continúa)
Edgar Allan Poe (Narraciones extraordinarias)

No hay comentarios: