viernes, 19 de diciembre de 2008

Los crímenes de la rue Morgue (VII)

(Ver capítulos anteriores en el interior del blog)
"William Bird, sastre, declara que fue uno de los miembros del grupo que entró en la casa. Es inglés. Lleva dos años viviendo en París. Fue uno de los primeros que subió las escaleras. Oyó las voces que discutían. La voz más grave era la de un francés. Pudo distinguir varias palabras, pero no puede recordarlas todas. Oyó claramente sacre y mon Dieu. En un momento determinado hubo un sonido como de varias personas forcejeando, un sonido raspante y como de arrastrar los pies. La voz aguda era muy fuerte, más fuerte que la grave. Seguro que era la voz de un inglés. Parecía la de un alemán. Puede que fuera una voz de mujer. No entiende el alemán.
Cuatro de los testigos arriba mencionados, tras ser llamados de nuevo declararon que la puerta de la habitación donde fue hallado el cuerpo de mademoiselle L... estaba cerrada por el interior cuando el grupo llegó allí. Todo estaba completamente en silencio, ningún gemido o ruido de ningún tipo. Tras forzar la puerta no se vio a nadie. Las ventanas, tanto en la habitación de atrás como en la delantera estaban firmemente cerradas desde dentro. Una puerta entre las dos habitaciones estaba cerrada, pero no con llave. La puerta que conducía de la habitación delantera al pasillo estaba cerrada, con la llave en su parte interior. Una pequeña habitación en la parte delantera de la casa, en el cuarto piso, al principio del pasillo estaba abierta, con la puerta de par en par. Esta habitación estaba llena de camas viejas, cajas y cosas parecidas. Fue cuidadosamente registrada. No hubo ningún rincón ni ningún centímetro de la casa que no fuera cuidadosamente registrado. Se pasaron escobas arriba y abajo de la chimenea. La casa era un edificio de cuarto piso, con buhardillas (mansardes). Una trampilla en el techo estaba claveteada muy firmemente, y no parecía haber sido abierta desde hacía años. El tiempo transcurrido entre oír las voces discutiendo y forzar la puerta de la habitación variaba según los testigos. Algunos lo hacían tan corto como tres minutos, algunos tan largos como cinco. La puerta fue abierta sin dificultad.
"Alfonso García, empresario de pompas fúnebres, declara que reside en la rue Morgue. Es natural de España. Fue uno de los miembros del grupo que entró en la casa. No fue escaleras arriba. Es muy nervioso y tenía aprensión ante las consecuencias de toda aquella agitación. Oyó las voces discutiendo. La voz más baja era la de un francés. No pudo distinguir lo que decía. La voz más aguda era la de un inglés, está seguro de ello. No comprende el inglés pero puede deducirlo por la entonación.
"Alberto Montani, pastelero, declara que estaba entre los primeros que subieron la escalera. Oyó las voces en cuestión. La más baja era la de un francés. Distinguió varias palabras, el que hablaba parecía estar reprendiendo. No pudo distinguir ninguna palabra de la voz más aguda. Hablaba de una forma rápida y desigual. Cree que era la de un ruso. Corrobora el testimonio general. Es italiano. Nunca ha conversado con un ruso.
"Varios testigos, llamados de nuevo, han ratificado que las chimeneas de todas las habitaciones del cuarto piso eran demasiado estrechas como para permitir el paso de un ser humano. Por "escobas" con las que fueron investigadas las chimeneas se refieren a esos cepillos cilíndricos con mango como los utilizados por los deshollinadores. Esos cepillos fueron pasados arriba y abajo por todos los humeros de la casa. No hay ningún pasillo posterior por el cual alguien hubiera podido descender mientras el grupo subía por las escaleras. El cuerpo de mademoiselle L'Espanaye estaba tan firmemente encajado en la chimenea que no pudo ser bajado hasta que cuatro o cinco miembros del grupo unieron sus fuerzas.
"Paul Dumas, médico, declara que hacia el amanecer fue llamado para examinar los cadáveres. Por aquel entonces ambos estaban tendidos en el entramado del cuero del armazón de la cama en la habitación donde fue hallada mademoiselle L. El cadáver de la joven dama estaba muy arañado y lleno de contusiones. El hecho de que hubiera sido encajado chimenea arriba era suficiente para explicar este aspecto. La garganta estaba enormemente escoriada. Había varios profundos arañazos justo debajo de la barbilla, junto con una serie de puntos lívidos que evidentemente eran la impresión de unos dedos. El rostro estaba terriblemente descolorido y los ojos desorbitados. Se había mordido parcialmente la lengua. Se descubrió una gran contusión sobre la boca del estómago, producida al parecer por la presión de una rodilla. En opinión de monsieur Dumas, a mademoiselle L'Espanaye la había estrangulado hasta morir alguna persona o personas desconocidas. El cadáver de la madre estaba horriblemente mutilado. Todos los huesos de la pierna y el brazo derecho estaban más o menos rotos. La tibia izquierda estaba astillada, así como todas las costillas del lado izquierdo. Todo el cuerpo estaba terriblemente descolorido y lleno de contusiones. No era posible decir cómo habían sido infligidas las heridas. Un pesado garrote de madera o una ancha barra de hierro, una silla, cualquier arma grande, pesada y robusta podría haber producido estos resultados, manejada por las manos de un hombre muy poderoso. Ninguna mujer hubiera podido infligir los golpes con ninguna de estas armas. La cabeza de la fallecida, cuando fue vista por los testigos estaba enormemente separada del cuerpo y también enormemente destrozada. Evidentemente la garganta había sido cortada con un instrumento muy afilado. probablemente con una navaja.
"Alexandre Étienne, cirujano, fue llamado junto con monsieur Dumas para examinar los cadáveres. Corrobora el testimonio y las opiniones de monsieur Dumas.
"No pudo averiguarse nada más de importancia, aunque fueron interrogadas varias personas más. Nunca se había cometido en París un asesinato tan misterioso y tan desconcertante en todos sus particulares, si de hecho se trataba de un asesinato. La policía se halla totalmente desconcertada, algo realmente raro en asuntos de esta naturaleza. No existe ni la más remota sombra de una pista."
Continúa...
Edgar Allan Poe - Narraciones extraordinarias

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