lunes, 2 de junio de 2008

La taberna de la Historia (III)

Las Indias descubiertas

Cuando menos durante diez años el Caribe fue el mar asiático anunciado por Colón. Los españoles que iban de Santo Domingo a Cuba, a Puerto Rico, a Jamaica, a Tierra Firme pensaban que estaban moviéndose entre Cipango, Catay y la India... Desde antes de salir para el primer viaje, el Almirante había capitulado con los reyes sobre la base de ir a las Indias, y en el diario de a bordo empezó a hablar de los "indios" desde las primeras páginas. Las Casas dice en la reseña del día 12 de octubre: "Los indios estaban atónitos mirando a los cristianos, espantados de sus barbas..."

Ahora que están reunidos en junta del otro mundo don Cristóbal, Amerigo y Vasco, esos primeros diez años se recuerdan como lo más extraño del descubrimiento. Para 1502 varios miles de europeos habían llegado, todos vestidos desde el cuello hasta los pies, y a recibirlos habían acudido a las playas mayor número de indios y de indias en pelota. Colón hubiera podido anotar: tenemos por delante las indias descubiertas. A su turno, los caribes lo primero que encontraron extraño fue a Europa tapada. La curiosidad por el descubrimiento fue mucho más viva en los caribes que en los cristianos. Lo único que tenían a la vista de los recién llegados era la cara peluda. Se preguntaban las mujeres cómo tendrían el cuerpo y por qué lo tapaban. ¿Sería también peludo? En los viajes siguientes empezaron a llegar españolas ¡siempre tapadas! La curiosidad de las indias pasó a los indios.

Como las lenguas tardan mucho en traducirse, se hablaban por señas y tocamientos. Las indias eran felices descubriendo a los hombres en la sombra de la noche con numerosas consecuencias que empezaban a brotar a los nueve meses. En 1494 ya había mestizos nacidos por el descubrimiento hecho por las indias. Pero desde la aurora del 12 famoso lo que primero dice en el diario del Almirante es verdad: las indias están descubiertas. Y precisa: "Ellos andan desnudos como su madre los parió, y también las mujeres... todos muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras... "

El clima del Caribe es delicioso. Por el calor, a los cuerpos europeos empezaron a pesarles las ropas. Los del Caribe tenían algodón, lo hilaban y tejían más por el gusto que proporcionaban estas tareas que por el consumo. Escribía el Almirante: "Vide paños de algodón hechos con mantillos... las mujeres traen por delante de su cuerpo una cosita de algodón que escasamente les cobija la natura...". Amerigo escribió cosas más completas, y lo que los dos escribieron fue poco, porque jamás antes los moralistas cubridores habían vivido en colonias nudistas. Amerigo: "Son personas muy ligeras al andar y al correr, así los hombres como las mujeres. Una mujer no tiene reparo en correr una legua o dos y en esto nos llevan grandísima ventaja a los cristianos. Nadan de una increíble manera, y mejor las mujeres que los hombres. Son mujeres carnosas..., no tienen vergüenza de sus vergüenzas, así como nosotros no la tenemos de enseñar la nariz o la boca. Por excepción veréis los pechos caídos de una mujer, así como tampoco el vientre caído o con arrugas. Todas parece que no pariesen nunca. Se mostraban muy deseosas de ajuntarse con nosotros los cristianos...". Vespucci registra estas novedades que le trasladaban a la Roma y la Grecia paganas.

La conversación sobre estos temas se hizo general en la reunión del Magallanes. Se rapaban la palabra Amerigo y don Cristóbal, confrontando unos recuerdos que al uno y al otro condujero a pensar que en esos lugares estaba el paraíso. Ninguno de los dos vaciló en anunciarlo así a sus señores. El Almirante lo escribió al papa mismo. Tenía, para probarlo, buena copia de textos de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres. El 16 de octubre escribió en su diario: "Bestias de tierra non vide ninguna salvo papagayos y lagartos. Un mozo me dijo que vide una culebra grande..."

Siguiendo su costumbre de cinco siglos antes, don Cristóbal leyó en la junta del Magallanes algunos aportes del Génesis que se sabía de memoria: "...Se repartía en cuatro brazos. El uno se llamaba Pisón... donde hay oro. El oro de aquel país es fino... El segundo río se llama Guijón... El tercer río se llama Tigris... El cuarto es Éufrates... Dijo luego Jehová: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada... y formó una mujer. Estaban ambos desnudos, el hombre y la mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro...".

Lo que sigue le venía al Almirante punto por punto, y a lo vivo, en el Caribe. Ahora lo recordaba y decía: "Apareció la culebra... ¡Era lo que faltaba!". La que vio el mozo de sus recuerdos... (Continúa)

Germán Arciniegas, La taberna de la Historia

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