sábado, 21 de febrero de 2009

De la magia erótica al amor romántico (IV)

¿Quién puso la Reina sobre el tablero? (III)


La misteriosa procesión de las doncellas


En el siglo XII también vemos surgir el ciclo legendario del Grial. En 1180 Chretién de Troyes publica su Perceval. En 1190 aparece la Historia del Grial de Robert Boron, y en 1210 Wolfram von Eschenbach da a conocer su Parzival. Más tarde aparecerán otras versiones cistercienses del mito, como la Queste du Grial. El origen del ciclo deriva de dos polos -uno gaélico y otro occitano- que también sirven de punto de partida a la leyenda del rey Arturo. Este Grial -para algunos plato, recipiente o copa y para otros piedra caída del cielo- es un objeto sagrado secreto que se guarda en un castillo fortificado al cual solo se accede después de vencer numerosos obstáculos y peligros. Y lo más curioso es que si bien lo defienden donceles que ciñen espada, el Grial mismo solo es transportado en procesión por doncellas o damas. Las mujeres son las guardianas privilegiadas que lo custodian. Aunque originariamente el enigmático objeto cargado de poder surge de fuentes celtas -en cuyos cuentos más antiguos como Peredur, aparece como un caldero mágico-, pronto este mito sería cristianizado. Entonces, se asumió que el Santo Grial era la copa en la cual había bebido Jesús en la Última Cena y en la que José de Arimates recogió su sangre al pie de la cruz antes de llevarlo a Britania insular o a la Bretaña continental. Así nos lo presentan las versiones cristianizadas. Eschenbach sostiene que su propia historia recoge el verdadero relato original, que un tal "Qyot el Provenzal" habría recogido de un texto escrito "en lengua pagana" (presumiblemente árabe) adquirido en Toledo.

Esto vuelve a situar a Provenza -el país de la lengua de Oc o Languedoc- como escenario de una poderosa síntesis de mitos celtas, bretones y occitanos, pero también árabes, en la cual la figura femenina destaca como una clave central asociada al misterio del Santo Grial. Es probable que Eschenbach hubiese accedido a la fuente original que reinvindica si pensamos que su afirmación incluye dos detalles reveladores. Por un lado, la documentada influencia árabe -más concretamente sufi- que recibió Provenza a través de la poesía arábigo-andalusí. Por otro, en provenzal la palabra Grasal designa a un vaso de piedra y este significado del término en la lengua de Oc funde los dos sentidos antes mencionados del término Grial -la piedra caída del cielo y el vaso o recipiente- en un solo objeto mágico.

En este clímax del relato de Eschenbach encontramos a una impresionante procesión de damas transportando el Grial ante el caballero elegido (Parzival) quien según la leyenda pasó su infancia y juventud en un bosque donde vivía solo con su madre. Este héroe -arquetipo del "hombre natural" no maleado por la cultura y del "corazón viril inocente"- será "el elegido" para ocupar "el asiento peligroso" en la Mesa Redonda de los caballeros artúricos. Antes hubo otro caballero escogido (Lancelot), pero éste perdió su condición de tal por una mujer: la reina Ginebra, esposa de Arturo, de quien Lancelot confesó estar enamorado en "el Puente del secreto".

En nuestro cuaderno de campo ya hay determinadas palabras que se repiten en todos los contextos como claves de esta época: mujer, reina, dama, Virgen, amor, secreto, Grial. La figura femenina ocupa el centro de los altares como objeto de culto y devoción; desarrolla una intensa vida espiritual como religiosa ortodoxa o como mística heterodoxa, tanto en los conventos como por libre; se convierte en la Domina del juego de ajedrez y en la clave del misterio que rodea al Santo Grial. Y todo esto sucede en el Mediodía de Francia hacia la misma época. Resulta inevitable preguntarse por qué se produjo este proceso.




Continúa...

Luis G. La Cruz, De la magia erótica al amor romántico

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